En la presentación que hicimos de UN PAR DE OJOS NUEVOS en la librería Panta Rhei de Madrid entramos de lleno en el proceso de creación de una obra que se hizo a seis manos y con seis ojos y con paradas en varias ciudades del mundo. En la primera parte del relato de esta presentación viajamos a Cádiz, Edimburgo y Madrid, y desvelamos algunos secretos sobre los orígenes del texto del libro.
En esta segunda parte viajaremos a Albarracín, a Altea, a Zagreb y a Valencia para conocer los secretos de la ilustración y el aspecto visual de UN PAR DE OJOS NUEVOS, con imágenes del proceso de creación, referencias y alguna cosa más. .
Retomamos donde lo dejamos, con aquella propuesta muy muy tentativa que le hizo Ellen a Javier, pensando que era altamente improbable que aceptara. Sabía que en aquel momento Javier se estaba dedicando a otros proyectos un tanto alejados de hacer libros y que era probable que, incluso si le interesara, no le iba a venir bien.
Pero había un componente personal. En 2015 Ellen y Javier habían compartido unas Jornadas sobre Sendak en Logroño. En 2017, Javier fue uno de los ponentes de la primera edición del Curso Internacional de Filosofía, Literatura, Arte e Infancia (FLAI) y en 2019, Javier y Manuel habían invitado a Ellen a presentar su libro MVSEVM, en La Central del Reina Sofía. Había conexiones y afinidad.
Después de aquella primera llamada de teléfono, Javier se inclina por un “no” por sus circunstancias de trabajo, pero las ganas de trabajar con Wonder Ponder estaban ahí.
Tras recibir el texto, y tras una primera lectura, Javier sintió que era un texto familiar, como si Ellen y él bebieran de universos parecidos. Un universo cercano, con referencias al ambiente teatral, con un componente anacrónico. Tanto en el universo como en la manera de contar, había algo, más allá de la historia, que a Javier le resultó muy cercano:
“En el texto ya estaba formalizada la separación de los personajes y del espacio. Nosotros vivimos en un mundo donde todo se mezcla y se entrelaza, más complejo. En el mundo del teatro todo está reducido a la escena. Al reducir el mundo a un juguete, se separan personajes y espacio. Y el texto tenía ya una unidad fuerte, la unidad de acción aristotélica. Que permite que entre un personaje y luego otro. La casa de Gordon, los personajes, vivían en un mundo con una construcción sólida. Luego ya podían pasar cosas en ese mundo.”
Javier se sintió involucrado. Pero no podía simplemente retroceder algunos años y volver a algo que ya había hecho. Tenía que buscar la manera actualizarlo, de volver al mismo sitio pero por otro camino. El proyecto tenía esos elementos que le habían interesado siempre: lo teatral, lo doméstico. Entonces pensó en cómo esto podría ser una manera de retomar eso, pero con herramientas diferentes.
Me atraía el hecho de que fueran unos personajes muy diferenciados. Aunque uno de los personajes fue sustituido y otro cambiado durante el proceso de creación, no era, ya de partida, un equipo nada coherente. Me gustaba esa idea de desván – o de museo del juguete.
Hay un extrañamiento – aunque se relacionan con confianza, parten de universos diferentes. Eso era una oportunidad. Que en vez de trabajar desde una unidad, se podía exagerar la idiosincrasia de cada personaje. Valía la pena.
Y ahí entró la idea de colaborar con Manuel. Era una oportunidad de trabajar juntos con un texto que nos dejaba mucho sitio. Si los personajes eran marionetas, podríamos hacer los personajes por separado: él algunos y yo otros.
Entonces Javier llamó a Manuel y tras conversar (Manuel también había estado trabajando en un proyecto personal teatral que estaba muy en sintonía con el proyecto), nos propusieron a Wonder Ponder dos reglas del juego.
Javier lo haría, pero solo si podía jugar también Manuel y si podían repartirse los personajes.
Se buscaría un lugar de trabajo para que pudieran hacer todo el trabajo en un mismo lugar, los dos juntos físicamente, como si estuvieran preparando una función, que sería ni más ni menos el libro. Buscaban un efecto dramático. Establecer unas leyes previas. Y jugar, dando como resultado el libro-función.
En Wonder Ponder, nos pareció una propuesta de lo más apetecible y perfecta para el proyecto.
¡Yujuuu!
Y tras mucho buscar y mucho pensar, llegamos a la conclusión de que Albarracín podía ser el lugar. La buena gente de la Fundación Santa María de Albarracín fueron nuestros mejores aliados para facilitar que la estancia de Javier y Manuel en la Casa de Pintores fuera lo más agradable posible.
Aunque decidieron no hacer un trabajo previo -prácticamente no empezar hasta llegar-, si que les enviamos un poco informacion sobre los personajes (años de fabricación, materiales… ) con los que los había imaginado Ellen, más como curiosidad que como imposición. Los personajes podían cambiar desde un punto de vista visual y si había que adaptar el texto como resultado de cualquier cambio propuesto, se adaptaría con gusto. La idea era que siempre fuera un diálogo dentro del proceso de creación.