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Filtering by Tag: Pellízcame

Libros necesarios y libros no tan necesarios. Ellen Duthie se pregunta si es más necesario hablar sobre la crueldad que sobre la imaginación, la realidad y los sueños

Ellen Duthie

Hace unos meses nuestra autora Ellen Duthie fue invitada a hablar en una de las cálidas, ricas y *necesarias* Tardes de Altamira organizadas por Ediciones Ekaré.

Ellen tituló su charla “En defensa de lo innecesario” y esbozó algunas ideas que le venían rondando la cabeza dede hacía un tiempo.

Las hemos querido compartir aquí, aunque sigan en forma de esbozo, porque pensamos que dan que pensar interesantemente. Se trata de una transcripción, no exacta y con ligeras variaciones de edición, de lo que dijo Ellen.


[…] Este espacio que habéis generado en las Tardes de Altamira es de verdad un lujo, porque justamente es el tipo de espacio donde una se siente que puede hablar de lo que quiera, incluso de cosas de las que no he hablado antes y meterme en berenjenales como tener que prepararme esto a toda prisa. Y es un lujo esa libertad, de no tener que hablar de esto o de aquello, de no estar hablando al servicio de nada, de no tener que asegurarse de incluir una cosa u otra… no te olvides de decir esto, no vayas a decir eso otro…  Se podría decir incluso que con las Tardes de Altamira habéis creado un espacio necesario.

Un espacio adonde se puede venir a hablar de lo que te guste, aunque no sea estrictamente necesario, y aunque de lo que se quiera hablar sea de lo innecesario.

Y quiero señalar, antes de arrancar, que es significativo que haya elegido la palabra “innecesario” en el título en lugar de “inútil”.

Sobre la utilidad de lo inútil hay mucho que leer. Pero de partida recomiendo este librito chiquito que seguro que más de uno conocéis y que te lleva a innumerables lugares dentro de la reflexión sobre lo inútil: La utilidad de lo inútil. Un manifiesto, de Nuccio Ordine.

Pero no solo lo recomiendo yo. En la página de Acantilado, recogen citas sobre el libro de otros autores y de reseñas:

“Un libro necesario…”, dice Roberto Saviano.

“Inteligente y necesario. Imprescindible…” dice Fulgencio Argüelles.

«Un libro oportuno, oportunísimo diría yo, incluso necesario.”, dice Manuel Arranz.

“Un texto combativo, necesario”, añade Emiliano Molina.

¿Quedó claro, no?

En su libro, Ordine advierte que la palabra “Utilidad” en su título “no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficios”, sino más bien se refiere a la utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista.

“En el universo del utilitarismo”, dice Ordine, “en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte”.

Y habla del saber como fin en sí mismo: “Existen saberes que son fines por sí mismos y que – precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial – pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad. En este contexto, dice, considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores.” A este punto volveré más adelante.

Pero quería aclarar que aunque hablaré también sobre lo inútil además de sobre lo innecesario, el foco de la charla no es la inutilidad de lo bello, ni la literatura como algo que no debe ser “para” nada excepto para sí misma, aunque no garantizo que no caiga un comentario sobre ello.

No es una charla sobre la mercantilización del saber, sobre la pragmatización de la educación a costa de las humanidades por el bien del futuro laboral de los estudiantes. No es exactamente eso, digo, y sin embargo, algo tiene que ver también.

[…] ponemos el foco en “lo necesario”, en términos de alimento moral, espiritual y en menor medida, mental.
Este “en menor medida” es importante. 

Aunque lo que me interesa sí guarda cierta relación con la vieja tensión entre lo útil y lo inútil, o con la idea que subyace al progresivo desfinanciamiento y desaparición de las humanidades en determinadas universidades y escuelas, no es la misma tensión. La tensión entre lo necesario y lo innecesario de la que yo quiero hablar esta tarde, creo que es de alguna manera el producto de un intento de realineación de prioridades, donde las personas biempensantes -entre las que me incluyo y me atrevo a incluir bastantes de los que estamos aquí- huimos de la idea de medir el valor de las cosas por su utilidad, en términos económicos o en términos de beneficio inmediato y cuantificable y en cambio ponemos el foco en “lo necesario”, en términos de alimento moral, espiritual y en menor medida, mental. Este “en menor medida” es importante. 

Lo que hace tiempo que vengo pensando es que ese foco en “lo necesario” puede ser problemático, tramposo quizás. Y eso es lo que voy a tratar de plantear aquí.

Y mi planteamiento es tentativo, como una reflexión, un tanto apresurada, en voz alta.

Mi planteamiento es el siguiente.

¿Quiénes de los que estamos aquí pensamos que la educación filosófica debería tener un mayor papel en la escuela en España?

¿Quiénes de los que estamos aquí abogaríamos por más y mejor arte en las escuelas, más y mejor música, más y mejor literatura -lectura y escritura-?

Es decir, en el sentido mercantil, estamos todos muy a favor de lo inútil.

Y lo que sugiero que ha pasado es que puede que no todos nosotros, pero sí muchos, tan a favor de lo inútil, hemos sustituido la idea de “útil” por la de “necesario”.

Un libro “necesario”. “Imprescindible” incluso.

Una película “necesaria”.

A menudo hay una determinada expresión en el rostro que acompaña ese “necesario”, o esa “necesaria”. Bajamos los parpados y los mantenemos un par de segundos más de lo estrictamente necesario para el parpadeo, al tiempo que pronunciamos la palabra: “Es una película [bajada de párpados y pausa] necesaria. ¿No?

Y en general cuando se dice “necesario”, se piensa que ese “necesario” está precisamente en las antípodas del “útil” que tanto nos espanta.

¡El saber no es esclavo de nada! Sobre todo no del capital.

Pero lo que quiero sugerir es que está bastante más cerca de lo “útil” e incluso del capital, de lo que quizás pueda parecer a primera vista.

Y de hecho voy a arrancar hablando de lo útil y lo inútil para luego hablar de lo necesario e innecesario y para que se comprenda mi elección de palabra y que no es el mismo debate, aunque a veces todos los caminos llevan a un sitio parecido.

En mi vida, yo he tenido una relación muy estrecha con lo inútil.

“Un fondo de información inútil” con su nieta.

(No hace falta que hablemos del gorrito, pero el libro es The School, de John Burningham del que escribí amorosa y necesariamente en Lo leemos así.

Mi abuela paterna se refería a sí misma como “a fund of useless information”. Un fondo de información inútil. Claro, lo decía bastante encantada consigo misma. Era de las pocas personas (creo que la única), que he conocido que “hablaba” Latín. Lo había aprendido e incorporado en su cerebro cual lengua viva, al ladito del francés, del malayo que aprendió porque destinaron a mi abuelo a Malasia unos años, y del nada desdeñable poquito de español que aprendió en sus viajes a España. Cuando yo la visitaba de adolescente, habiendo ya empezado a estudiar yo Latín en el instituto, a veces me la soltaba, esa conversación latina, a la hora del desayuno para ver cómo iba. Y efectivamente, aunque en ella no estuviera muerto, el Latín a la hora de desayunar servía mal de vehículo de comunicación. Me preguntaba que qué tal el huevo pasado por agua en latín ”ovum sapidum est?” o algo por el estilo, y yo le miraba, poniéndole ojitos de esfuerzo cognitivo inútil. Efectivamente, era un ejercicio bastante inútil pero me intrigaba y me fascinaba que pudiera charlar en Latín como si nada. En cierto sentido, me parecía inútil pero deseable. Inútil pero “cool”. Guay.

También retenía, coleccionaba creo, nombres, datos, fechas, poemas enteros en inglés y en otros idiomas que no eran el suyo. ¿Y todo ello para qué? Ella misma lo decía, y se reía. ¿Para qué? Y entonces me parecía divertido también.

Otro día, yo tendría unos 11 años, mis abuelos me preguntaron para qué creía yo que servían los abuelos. No los veía mucho y siempre había una extraña formalidad en la relación. Cuando hablaban con los nietos era más como someternos a una entrevista que como mantener una conversación. En esa ocasión, a mí la verdad es que los abuelos me parecían como la literatura; no me parecían el tipo de cosa, la categoría, que entrara en elementos que “sirven”; que eso lo reservaba yo para objetos como sartenes y sacacorchos. Y se lo dije. Pero enseguida me ayudaron: los abuelos sirven para enseñar a morir. Oh! Dije yo. Que… ¿bien? Debo decir que en aquel momento ninguno de los dos estaba remotamente cerca de la muerte. Y quizás esa fue mi primer contacto con una acepción de “utilidad” no utilitarista.

Aparte de mi abuela, tengo la suerte de haber nacido en un hogar donde todo el mundo se dedicaba a cosas irremediable y gozosamente inútiles como escribir.

Cuando llegó la hora de solicitar plaza en universidades, yo llevaba dos años contestando robóticamente que iba a estudiar Derecho (inicialmente, lo confieso, por influencia de una serie de televisión: La Ley de los Ángeles, pero posteriormente simplemente por comodidad: así tenía una respuesta preparada que no generaba mucha charla posterior: ah, muy bien y ya, perfecto para el nivel de tolerancia a comentarios de una adolescente). Cuando llegó la hora, mis padres se sentaron conmigo y me preguntaron muy seriamente: ¿pero a ti qué te interesa? La filosofía, dije sin dudar ni un momento. ¡Pues estudia eso! Me recomendaron con deliciosa y lógica sensatez o irresponsable insensatez, según se mire.

Para toparme con la reacción de pensar que aquello era una irresponsable insensatez tenía que salir fuera de casa y no siempre venía de los adultos. Si decir que ibas a estudiar filosofía provocaba más de un arqueo de cejas, decir que ibas a estudiar Filosofía mental (así se llamaba en aquel entonces la carrera de filosofía en Edimburgo, desembocaba en un pitorreo sin miramientos. Sobre todo muchos comentarios en la línea de "¿y eso qué salidas tiene?" "¿y eso para qué sirve?" Esto es algo a lo que en general estamos acostumbradas las personas que optamos por estudiar filosofía: la visión de que es algo absolutamente alejado del mundo real y cualquier cosa menos urgente o necesario.  ¡Con la de cosas que hay que hacer! La filosofía, como mucho, sería un capricho para cuando todo está hecho. Y como nunca está hecho todo, pues ahí se queda y se va alejando poco a poco, desapareciendo del currículo educativo y de la vida pública para hacer sitio a lo útil, pero también a lo "absolutamente necesario e imprescindible".

Con estos antecedentes, lo normal sería que cuando en Wonder Ponder leemos descripciones de nuestros libros que incluyen las palabras "necesario" o "imprescindible", nos sintiéramos principalmente halagadas y vindicadas. Y aunque en cierto sentido efectivamente resulte halagador, en otros sentidos nos incomoda y nos deja insatisfechas. Trataré de explicar por qué.

Y aunque en cierto sentido efectivamente resulte halagador [que describan nuestros libros como “necesario” o “imprescindibles”],
en otros sentidos nos incomoda y nos deja insatisfechas. 

Hasta la fecha, hemos publicado cuatro títulos en la serie de Filosofía visual para niños y no tan niños de Wonder Ponder. Mundo cruel es una invitación a reflexionar sobre la crueldad, Yo, persona es una invitación a pensar sobre la identidad: quién somos y qué somos. Lo que tú quieras es una invitación a reflexionar sobre la libertad. Y Pellízcame, es una invitación a pensar sobre la realidad, la imaginación y los sueños. Las autoras de todos somos yo y la ilustradora Daniela Martagón.

Dos de ellos (Mundo cruel y Lo que tú quieras) invitan principalmente a reflexionar sobre cuestiones pertenecientes a las ramas filosóficas de la ética y otros dos (Yo, persona y ¡Pellízcame!) entrarían más en la rama de la metafísica, aunque en los cuatro casos haya ramificaciones de interconexión entre disciplinas, como suele ser el caso.

La idea es invitar a lectores de todas las edades a participar en una indagación en cada tema a partir de escenas pensadas y concebidas para provocar asombro, juicio, dudas y preguntas. Invitar a pensar.

 ¿Un proyecto necesario? Así en general, parecería que entraría en esa categoría. Un proyecto muy necesario.

 Pero aunque cuando en los medios y en los blogs se refieren al proyecto entero, a menudo salen las palabras “necesario” o “imprescindible”, si nos fijamos en cuáles de los libros concretos se suelen describir con estos adjetivos, encontramos un patrón curioso.

 ¿Cuáles de los cuatro títulos creéis que reciben mucho más habitualmente el adjetivo “necesario”?

 ¿CRUELDAD?

¿IDENTIDAD O PERSONAS O ROBOTS?

¿LIBERTAD?

¿O REALIDAD, IMAGINACION Y SUEÑOS?

 Con una diferencia considerable, Mundo cruel es el que con mayor frecuencia se describe como “necesario”, seguido de Lo que tú quieras. Los dos más éticos, en el caso de Lo que tú quieras algo de “político” también, se consideran “necesarios”. Los dos más metafísicos, como que un poquito menos.

Llevo un tiempo coleccionando instancias de descripciones de libros como “necesarios” y hay un índice apabullantemente alto de libros sobre la guerra, sobre refugiados, sobre género, sobre temas difíciles. Otros libros de otras temáticas reciben otros adjetivos. “Interesante”, “novedoso”…. Pero no necesariamente necesario. Entonces, si nos tomáramos al pie de la letra ese “necesario” y corriéramos a leérnoslos todos, nos pasaríamos el día leyendo sobre un número bastante reducido de temas. ¿Es posible que resulte limitador, sin pretenderlo, el adjetivo “necesario”?

 En el caso de Wonder Ponder, es probable que la explicación tenga varios otros factores. Por un lado, existe una relativa aceptación de la idea de ética para niños (quizás acompañada, aunque en mucho menor grado por la aceptación de la idea de la filosofía política para niños) y una más difícil aceptación de las ramas de la filosofía consideradas más elevadamente teóricas, como la epistemología, la metafísica o la lógica, pero también de la estética, considerada desde fuera más "difícil" o "abstracta". Y ¿por tanto? menos apta para niños.

Pero también hay un elemento de jerarquización de lo que nos parece más importante para el mundo y más importante compartir con niños que a mí me parece preocupante y que creo que empieza a retornar por el camino de lo útil frente a lo inútil.

Estoy convencida de que hay cierto sentido en que la razón de que Yo, persona y Pellízcame no sean descritos con tanta frecuencia como necesarios es porque la ética se considera más relevante, o más importante, que la metafísica.

Claro, no es nueva esta tensión entre filosofía pura y filosofía aplicada, la encontramos en Platón y Aristóteles la trata de resolver, apelando al valor intrínseco del saber. Lejos de ser nueva, realmente es otra formulación de lo útil / inútil, y esto es lo que me preocupa.

Wonder Ponder no es una editorial de ética visual para niños, sino de filosofía visual para niños (niños y niñas, sí). Pero aunque cuando se habla de filosofía, se nos llena la boca de “necesario”, a la hora de concretar qué filosofía nos parece más necesaria, parece que algunos lo tienen claro.

Y me parece preocupante porque si nos limitamos a dar a los niños lo que percibimos como “necesario” o “imprescindible”, excluimos el gozo por la literatura y el gozo por la filosofía. El placer de pensar. Se excluye, por ejemplo, el aspecto de juego que tienen algunos temas metafísicos. Es la tiranía de "lo necesario" o de "lo imprescindible". 

¿No tendrán derecho los niños a disfrutar de cosas totalmente prescindibles, aprender a distinguirlas de las imprescindibles por sí mismos, y aprender que si reducimos la vida a lo necesario e imprescindible, puede quitarle bastante alegría al asunto?

Esa sustitución de lo suciamente útil por lo elevadamente necesario no se sucede con facilidad. Y es fácil que ocurran estas cosas.

La ética para niños, por ejemplo, es más o menos integrable en el movimiento de la educación emocional o de la educación en valores (que prácticamente se han reducido la una a la otra -esto daría para otra conferencia-). Dicho de otro modo, desde ese movimiento, se ve la ética para niños como un amigo de la causa, como parte de lo "necesario" e "imprescindible" que debemos dar a nuestros niños en su educación.

Esa sustitución de lo suciamente útil por lo elevadamente necesario no se sucede con facilidad.

La moda de la educación emocional y de la inteligencia emocional, que en un principio surgió a partir de una constatación certera de que en la escuela el aspecto del desarrollo emocional y social de los niños estaba enteramente supeditado al desarrollo académico, medible y convertible  en fichas-píldora tras el cual todos los agentes podían  sacudirse las manos -hemos cumplido-, se ha convertido ahora, habiendo sido engullido por el mismo sistema que lo ignoraba y vertido en una tras otra serie de fichas o fórmulas más, en el principal enemigo de la diversidad y creatividad en los contenidos y materiales educativos, y en los libros -la literatura- que se ofrecen a los niños.  

Las emociones han sido secuestradas e incorporadas a un sistema que las considera necesarias y que las ha convertido en un mercado boyante. Ahí está de nuevo el capital.

Y en ese proceso es donde se ve envuelto nuestro Mundo cruel, pobrecito, tan necesario e imprescindible. Porque, se entiende, que es muy importante hablar de ética con los niños, como parte de su educación emocional. 

En esa sustitución de lo útil por lo necesario, enseguida el mercado lo fagocita y lo convierte en único. Toma esto y un poquito más de esto. Uno de los peligros de ir solo a por lo necesario.

 ¿Será “necesario” el nuevo “útil”?

Hagamos por que no lo sea.
Primero, no usemos el adjetivo en vano.

O reduzcamos su uso de forma que lo alejemos de lo útil, de lo santurrón y de lo susceptible de ser secuestrado comercialmente. ¿Quizás baste con recurrir a una variedad más amplia de adjetivos?

Se aceptan sugerencias. Gracias.

Jugar a ser pequeños filósofos: Bernat Cormand reseña ¡PELLÍZCAME! en el Diari Ara

Ellen Duthie

Bernat Cormand reseña ¡Pellízcame! en la sección Estimat Andersen, del Diari Ara. Aquí os dejamos la versión en castellano de esta reseña que nos ha encantado. 

"Ya se puede encontrar en las librerías ¡Pellízcame!, la cuarta caja de filosofía visual para niños, firmada por las autoras Ellen Duthie y Daniela Martagón y publicada por Wonder Ponder. Como seres racionales que somos, hacer preguntas o necesitar encontrar una explicación a las cosas forma parte de nuestra naturaleza. Los niños, como los adultos, también quieren saber, entender el mundo, porque la ignorancia puede llegar a generar inquietud y cierto descontrol. Leemos sobre filosofía e infancia en El niño filósofo de Jordi Nomen. Este profesor de la escuela Sadako de Barcelona y docente universitario parte de los estudios del estadounidense Matthew Lipman, quien, a raíz de su experiencia como profesor de filosofía y en un contexto de revolución política en los años 60, descubrió la importancia de pensar críticamente y reflexionar sobre cuestiones filosóficas. Además, según Lipman, esto se debía empezar a trabajar ya en la escuela.

Los juegos filosóficos de Wonder Ponder pueden ser una buena herramienta en este sentido. Se trata de libros de páginas sueltas que se encuentran en una caja, con preguntas directas, a veces incluso incómodas, acompañadas de imágenes impactantes que, de manera lúdica, invitan a hacerse preguntas (wonder) y reflexionar (ponder) sobre diferentes temas. La colección arrancó en 2014 con la publicación de Mundo cruel, que surgió a partir de un proyecto llevado a cabo en una escuela de Madrid de sesiones filosóficas con escolares donde se reflexionaba, sobre todo desde la literatura, en torno a diversas cuestiones. Dos títulos más - Yo, persona y Lo que tú quieras - dieron continuidad a la serie, hasta llegar este último, ¡Pellízcame! (2018). En la primera caja se aborda la crueldad, en la segunda, “quién soy y qué soy”, y en la tercera, la libertad. La acción de pellizcarse, lo que hacemos cuando no sabemos si estamos soñando o no, presenta esta última y esperada entrega. Como aquella Alicia que se sumerge en un universo de fantasía, aquí los lectores podrán explorar la realidad, la imaginación y el sueño. ¿Cómo sabes que lo que ves sigue ahí cuando cierras los ojos? ¿Tiene sentido enamorarse de un personaje que no es real? ¿Te muestras siempre como eres? ¿Cómo podemos saber si algo es de verdad o no lo es? ¿Es posible que haya más de una realidad? Todas estas cuestiones hacen tomar conciencia del contexto actual, en que a menudo la línea que separa realidad y ficción -o la verdad y la mentira-es muy fina. Pensamos en las redes sociales, los mundos virtuales como Second Life o la vida en un plató en El show de Truman, o los amores (informáticamente) románticos. Y recordamos la llamada posverdad que impera en algunos medios de comunicación.

DEJAR VOLAR LA IMAGINACIÓN

Dentro de esta complejidad, las autoras se aventuran a presentar un abanico muy amplio de interrogantes que dan pie al debate. En este juego necesariamente compartido, los adultos también deben poner de su parte y facilitar que la lectura y el diálogo se conviertan en una actividad conjunta. Pero, por otra parte, unas páginas en blanco -presentes en cada una de las cajas- permiten que los niños caminen solos, también, y aporten sus propios contenidos o reflexiones dejando volar la imaginación. Seguro que tendrán ganas, después de viajar a través de las coloridas escenas del artista Daniela Martagón; son un elemento imprescindible que hacen del conjunto un producto realmente innovador. Durante mucho tiempo los niños han tenido un acceso muy limitado a la filosofía. Por ser una disciplina abstracta y compleja, se consideraba algo sólo para adultos. Pero está bien que los niños dispongan de espacio para pensar por sí mismos y tengan la oportunidad de explorar ideas nuevas, puntos de vista y posibilidades diferentes. Estamos encantados, por tanto, de que surjan iniciativas como la de Wonder Ponder y de que los lectores puedan jugar a ser pequeños filósofos."

Esta reseña escrita por Bernat Cormand apareció en catalán en el Diari Ara el día 1 de septiembre de 2018. 

Te invitamos a convertirte en detective de la realidad: ¿qué es real?, ¿qué no es real? y ¿cómo lo sabes?

Ellen Duthie

El cuarto libro-juego de la serie Wonder Ponder de Filosofía visual para niños, ¡Pellízcame!, invita a lectores de todas las edades a convertirse en detectives de la realidad. ¿Qué es real? y ¿qué no es tan real? ¿Y cómo podemos saberlo? 
A través de imágenes curiosas y preguntas intrigantes, las autoras Ellen Duthie (escritora) y Daniela Martagón (ilustradora) invitan a pequeños, medianos y grandes a explorar, preguntarse y reflexionar de manera seriamente lúdica y lúdicamente seria sobre la realidad, la imaginación y los sueños. 

A partir de 14 escenas ilustradas diseñadas para provocar preguntas y reflexión, ¡Pellízcame! explora situaciones que remiten a temas clásicos de la filosofía (¿hasta qué punto podemos fiarnos de nuestros sentidos?, ¿qué es “de verdad” y qué es “de mentira”?, ¿es posible que nuestra vida haya sido un sueño desde el principio?) y también a temas filosóficos más contemporáneos (sobre la realidad virtual, la relación entre la ficción y la realidad, la fiabilidad de la información o la fake news, y la representación en los selfies) de una manera que es al mismo tiempo cercana y desestabilizante, y siempre cautivadora para un rango de edad muy amplio, a partir de los 6 años (o antes) y hasta adultos.

¿Y si la vida fuera un sueño? ¿O un cuento? ¿O una gran ilusión?
 ¿Y si te pellizcaras? ¿Acabarías con la duda?
 ¿Cómo sabemos que el mundo es como nos lo muestran nuestros sentidos y no de alguna otra manera (como lo ve una mosca o un perro, por ejemplo)?
 ¿Los cuentos son mentira? ¿Las fotos pueden engañar? ¿Hay testigos más fiables que otros?
 Si te pudieras conectar a una máquina que te hiciera sentir y vivir solo cosas buenas, ¿te conectarías para siempre?

 ¿Qué es real? ¿Qué no es tan real?
 Y tú, ¿qué piensas?

CONTENIDO DE ¡PELLÍZCAME!

  • 14 láminas con escenas que dan mucho que pensar. 
  • Más de 100 preguntas para mentes intrépidas. 
  • 3 láminas para crear escenas propias.
  • Breve guía filosófica para acompañar la lectura de ¡Pellízcame! para niños y adultos.
  • Propuestas de uso.
  • Póster con cómic: "Pequeño Remo en el Reino de Pellízcame"

TEMÁTICA:  realidad ·  imaginación ·  sueños ·   los cinco sentidos ·   percepción · ficción/realidad ·  de mentira/ de verdad  ·   fiabilidad de la información ·  filosofía para niños.

Todos nuestros títulos tienen un póster que, en esta ocasión, es casi un libro en sí mismo: Pequeño Remo en el reino de Pellízcame. Esta especie de cómic para leer en voz alta, que quizás sea realmente un romance de ciego, es también un tributo a La cocina de noche, de Sendak, que a su vez homenajeaba las tiras cómicas del Pequeño Nemo, de Winsor McCay. Pero parte del juego será buscar otros homenajes. Para leer y mirar muchas veces.  Pronto anunciaremos una sorpresa muy especial y emocionante para nosotras relacionada con este póster. ¡Atentas! ¡Atentos!

El póster de ¡Pellízcame!

En un clima donde la mayoría de las voces que oímos aseguran tener las respuestas y tener la descripción válida de la realidad, nos parece especialmente importante desarrollar y mantener el hábito de compartir nuestras incertidumbres.

Eso es parte de lo que tratamos de hacer, desde la literatura y desde la filosofía, en la serie de Filosofía visual para niños de Wonder Ponder. Es lo que hemos hecho, con rigor y con juguetonería, en ¡Pellízcame!

Echa un vistazo al trailer de ¡Pellízcame! aquí: 

¡Pellízcame! en la prensa: 

"El mejor regalo que se puede hacer a nuestros pequeños es esta colección de imágenes que sumergen tanto a los padres como a sus hijos en un intercambio de ideas que habitualmente no se realiza". NO ES UN DÍA CUALQUIERA. RADIO NACIONAL DE ESPAÑA. AGOSTO 2018.

Entrevista a Raquel Martínez (editora de Wonder Ponder) sobre ¡Pellízcame! EFECTO DOPPLER. RADIO 3. RNE. JULIO 2018. [a partir del minuto 46]

"...un libro para niños para tratar el tema de la posverdad." ... "Los libros de Wonder Ponder son palancas de pensamiento, ganzúas que abren mentes, martillos para romper el sentido común, espejos que nos interrogan y nos obligan a interrogarnos." DONDE VIVEN LOS LIBROS. JULIO 2018. 

Reseña de ¡Pellízcame! LA ESTACIÓN AZUL DE LOS NIÑOS. RADIO NACIONAL DE ESPAÑA. JUNIO 2018. 

Entrevista a Ellen Duthie en La Letra Pequeña, con Aurora González, en La Colmena, de Vega Hernández de Radio CMMedia LA COLMENA. RADIO CMMedia. JUNIO 2018 

¡Pellízcame!, incluido en la selección Verano 18 de la Asociación de Maestros La Rosa Sensat. "Una caja para abrir, mirar, leer, pensar y hablar. A partir de 14 láminas con escenas curiosas y más de 100 preguntas intrigantes, cruzamos la delagada línea que separa la realidad de la ficción. Un libro-juego que invita a la reflexión y al diálogo sobre la realidad. Se puede leer como un libro u organizar las láminas según otro criterio. Un recurso muy útil para el aula." EL GARBELL, NÚMERO 14. JUNIO 2018.  

Lecturas para mentes inquietas. "Llega el cuarto título de filosofía visual para niños que publica el sello Wonder Ponder, esas maravillosas cajas con tarjetas y preguntas, láminas con diferentes escenas, póster y guía filosófica para acompañar una lectura que busca iniciar a los niños en el debate y la filosofía. En ¡Pellízcame!, de Ellen Duthie y Daniela Martagón, la autora trata de explorar las diferencias entre lo que es verdad y lo que es mentira, preguntarnos sobre lo que nos dicen nuestros sentidos, indagar sobre la realidad virtual o las noticias falsas. Pero sobre todo a lo que aspira es a provocar diálogo y reflexión de forma divertida a través del contenido de este cuidado libro juego." LIJ CORSARIA #21. JUNIO 2018. 

Samuel Omeñaca entrevista a Ellen Duthie
"Queremos contagiar ese gusto por la desestabilización que yo creo que provoca la filosofía y que no está lo suficientemente valorado. La gente piensa a veces en la filosofía como algo que te da vértigo y te hace caer, pero ese vértigo da gusto también. Hay algo placentero de sentir que te quitan el suelo de debajo de los pies. Hay algo bonito y juguetón en eso." EL CUENTAHILOS. M21 RADIO. JUNIO 2018. 

Filosofía en cajas: abre, mira, piensa. "[...] divertido y profundo para echar unos buenos ratos familiares y una herramienta indispensable para la escuela". RAYUELA INFANCIA. JUNIO 2018. 

Merienda en el Retiro: Los mejores libros infantiles. "En la literatura actual donde encontramos muchísimos cuentos con moraleja [...] tener un libro que nos invite a pensar, es maravilloso." EL CULTURAL. JUNIO 2018. 

"El éxito de Wonder Ponder radica en la versatilidad de su uso, a modo de juego".  EL HERALDO DE ARAGÓN. JUNIO 2018. 

"Los profesores de Filosofía y Valores Éticos necesitamos trabajos como este para incentivar el pensamiento crítico entre los más pequeños. Sus preguntas intrigantes e insospechadas les hacen sacar a la luz pensamientos escondidos que, de otro modo, habrían permanecido ocultos." "Más Pellízcame y menos Bob Esponja!" VIDA DE PROFESOR. JUNIO 2018

Entrevista a Ellen Duthie, LOS CRONONAUTAS. MAYO 2018. 

¿Quieres saber más acerca de la serie de Filosofía visual de Wonder Ponder? Este vídeo de cinco preguntas con sus respuestas dura solo 9 minutos y lo cuenta TODO. Bueno, casi todo. 

Wonder Ponder en Zaragoza este miércoles 6 de junio: ¡taller!, ¡presentación!, ¡firma!

Ellen Duthie

 

El equipo completo de Wonder Ponder (la escritora Ellen Duthie, la ilustradora Daniela Martagón y la editora Raquel Martínez Uña), aterrizamos en Zaragoza este miércoles, 6 de junio, invitadas por la Feria del Libro de Zaragoza para disfrutar de una tarde repleta de actividad. 

Haremos un taller con ¡Pellízcame! para niños y familias (18:30-19:30), una presentación de ¡Pellízcame! para adultos (19:30-20:30) y firma en la caseta de Antígona (20:30- 21:30).  

¿Nos vemos en Zaragoza?